Las naciones caribeñas pueden reforzar su resiliencia climática restaurando los ecosistemas costeros mediante soluciones basadas en la naturaleza. En el proyecto “Costas resilientes – Mar Caribe”, ocho países colaboran con el Instituto de Ambiente de Estocolmo (SEI) para fomentar redes de intercambio de conocimiento y experiencias utilizando un enfoque de “laboratorios vivos”, en asociación con agentes regionales y partes interesadas. El objetivo es impulsar capacidades locales y desarrollar modos de negocios viables para impulsar dichas soluciones.
Históricamente la región Caribe ha sido afectada por los huracanes, y el cambio climático la hace cada vez más vulnerable ante catástrofes naturales. Entre 1998 y 2020 los fenómenos relacionados con el clima cobraron más de 312 000 vidas y afectaron a unos 277 millones de personas en Latinoamérica y el Caribe. Los riesgos derivados del aumento del nivel del mar, las inundaciones, la erosión costera y la intrusión salina son cada vez mayores, exacerbados por la degradación de ecosistemas costeros cruciales, como los manglares, el coral petreo y praderas marinas que sirven como defensas naturales contra esas amenazas.
Dichos ecosistemas no sólo actúan como barreras naturales, sino que también prestan servicios esenciales como el secuestro de carbono azul, la mitigación de la erosión costera, la filtración de la escorrentía y la prevención de la intrusión salina que conduce a la degradación del suelo. Hoy en día los expertos y las comunidades locales están motivadas a corregir los daños del pasado y a trabajar junto a la naturaleza para mejorar la resiliencia de los ecosistemas y los medios de vida asociados.
El nuevo proyecto “Costas resilientes – Mar Caribe”, financiado por la Fundación Sueca de Código Postal, utilizará un enfoque de laboratorios vivos para explorar cómo las intervenciones pueden mejorar los medios de vida locales, identificar modos de negocio viables y encontrar mecanismos de financiación para brindar soluciones basadas en la naturaleza.
El proyecto se centrará en tres temas interconectados:
Estamos muy entusiasmados con esta colaboración con ocho países de la región y el amplio enfoque en la resiliencia de los ecosistemas y las comunidades.
Karina Barquet, Jefe del Equipo de Agua, Costas y Océanos del SEI
“Existe un enorme banco de conocimientos a nivel local, y los organismos de gestión de todos los países están conscientes y comprometidos con la protección del medio ambiente. Sin embargo, el conocimiento y el compromiso requieren mecanismos financieros que se conviertan en estructuras de gobernanza eficaces a largo plazo. La restauración, la protección y la gestión medioambiental deben ser rentables en términos de beneficios netos si queremos combatir la deforestación y otros procesos que ponen en peligro ecosistemas críticos para adaptarse al cambio climático. Nuestra ambición es conectar los puntos de conocimiento-financiación-gobernanza y, junto con nuestros socios y las comunidades locales, llevar los esfuerzos existentes a un nivel en el que dar prioridad a los ecosistemas sea algo de lo que la gente se beneficie material y económicamente, y no sólo simbólicamente.” – agregó Barquet.
El proyecto incluye ocho países: Colombia, Costa Rica, Cuba, República Dominicana, Aruba, Jamaica, México, y Trinidad y Tobago. A lo largo de dos años y medio las comunidades locales, las agencias gubernamentales, las organizaciones de investigación, los empresarios y las organizaciones no gubernamentales colaborarán en la búsqueda de soluciones basadas en los esfuerzos existentes, y establecerán una comunidad de prácticas sostenibles.
La asociación se inició recientemente con un acto de lanzamiento en Santa Marta (Colombia), en donde el gran humedal de la Ciénaga Grande de Santa Marta potencialmente será uno de los dos lugares piloto, en los que las comunidades locales participarán de la protección de los ecosistemas de manglar. Los proyectos piloto también podrán incluir “humedales construidos” que contribuyan al tratamiento de las aguas residuales y a la descontaminación de los cuerpos de agua.
Las comunidades y empresas locales son cruciales para el éxito del proyecto ya que colaborarán en la cocreación de intervenciones que preserven los ecosistemas, al tiempo que generarán empleo e ingresos. Identificar y superar obstáculos como las regulaciones, las limitaciones financieras o la insuficiencia de capacidades forman parte del diálogo continuo entre ONGs, expertos locales, instituciones financieras, empresas y tomadores de decisiones.
Juan Felipe Lazarus, Jefe de la línea de investigación Rehabilitación de Ecosistemas Marinos y Costeros del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras de Colombia (INVEMAR), y socio del proyecto, subraya la importancia de la colaboración, y ve el proyecto como una oportunidad para mejorar el intercambio de conocimientos y la cooperación, permitiendo a los participantes aprovechar las experiencias y la experiencia colectiva. Al respecto indica:
“Juntos podemos hacer verdaderos progresos en la región del Caribe para mejorar las condiciones de vida de las comunidades y restaurar la naturaleza. A nivel técnico, conocer de primera mano lo que se hace en otros lugares permite intercambiar conocimientos y evaluar las estrategias que han funcionado. También podemos aprender de los errores cometidos y escalar las soluciones a nivel regional en el Caribe. Los ecosistemas no reconocen barreras políticas; los sistemas naturales están interconectados.”
El enfoque de laboratorio vivo facilita la exploración activa de alternativas plausibles dentro del contexto regional específico, mientras que los conocimientos adquiridos también son probablemente muy relevantes en otras partes del mundo.
Arno Rosemarin, Investigador Senior de SEI y experto técnico en el proyecto, menciona:
“El diseño de este proyecto permitirá comprender mejor la adaptación al clima dirigida a nivel local, incluida la forma de financiar soluciones basadas en la naturaleza. Esto también es relevante para las regiones costeras de otras partes del mundo. Esperamos que las conclusiones puedan ayudar a muchas comunidades a encontrar mejores formas de hacer frente a los crecientes riesgos climáticos.”
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